Un largo Fin de Semana de Servicio

Días antes del viaje más largo del año, con 5 programas de servicio en un fin de semana, nuestro carro se descompone gravemente. Se requieren miles de dólares y semanas de tiempo para arreglarlo. Con esta situación crítica, hablamos de las opciones que se tenían para llegar a Pantanillo, con todos los juguetes, ropa, zapatos, materiales escolares y Mi kit del Día de Celebración para Niñas, que eran 4 maletas. Se pensaron en diferentes opciones como usar un automóvil normal, pero no podría caber todo el material con nosotros dentro; el transporte público estaba fuera de discusión, por lo que se decidió contratar una camioneta con un conductor, quien usualmente labora llevando sacos de cosecha de las granjas a la ciudad, y que había sido recomendado por alguien que Yashoda conoce. No contamos con aplicaciones ni empresas de alquiler sino con las referencias personales y la economía informal.

Cuando Felipe, el conductor, llega a las 7:30 am, no puede creer la cantidad de cosas que tenemos por llevar. La parte trasera está más que llena y los asientos traseros también. Sin embargo, el viaje es tranquilo, a pesar de las muchas curvas y huecos en la carretera.

Llegamos justo antes del mediodía y descargamos todo el material, en ese momento no tenemos mucho tiempo para pensar cómo vamos a llevar lo que trajimos a las zonas rurales, donde se distribuiría la mayor parte de los productos, teniendo en cuenta que la primera entrega del material escolar para 48 niños de las familias más pobres de la escuelita, estaba prevista para las 13:00 horas.

La semana anterior, cuando preparábamos los kits escolares, le preguntamos a la profesora si los productos menstruales también serían útiles. Su respuesta me puso la piel de gallina: “Un paquete de toallas les ayudaría mucho”. ¡¿Un solo paquete?!

Las madres no pueden venir a la distribución, ya que viven lejos, trabajan y/o tienen niños pequeños que les impiden realizar el viaje; sin embargo, no hay problema, pues se los podemos dar a los niños para que lleven a las casas. Mientras distribuimos los materiales escolares y los productos menstruales (2 paquetes paracada uno) y veo a los niños alejarse con las toallas menstruales, me doy cuenta de que esto ayuda a normalizar los periodos… y sonrío. A veces, las pequeñas acciones también pueden ayudar a hacer grandes cambios.

Por la tarde nos encontramos con las niñas del Día de Celebración del año pasado y luego con las madres de este año en “El Proyecto”, el único espacio comunitario disponible aparte de la iglesia. Mientras cruzamos el pueblo de una sola calle, un policía camina con nosotros y nos pregunta quiénes somos, qué hacemos y nos pide donaciones de juguetes para los niños a los que ayudan. Probablemente pensó que una fundación con una extranjera debe ser rica. Le respondimos cortésmente que no podemos ayudar y seguimos en camino. No somos este tipo de fundación… ni somos ricos. 

Lee aquí acerca del encuentro con las niñas del año pasado y cómo nos fue en el Día de Celebración esta vez.

El domingo repartimos más kits escolares, regalos navideños y ropa en 2 veredas diferentes. Sin carro caminamos y luego, en la parte trasera de las motos, recorrimos los caminos empantanados. Algunos niños y padres han venido en burro durante 2 o 3 horas, así que empezar tarde no es un problema.

Compartimos mucha alegría y risas con las dinámicas y competencias que se organizaron, y recibimos mucha gratitud por los regalos de juguetes y ropa. Algunos niños exclaman que ¡los juguetes son tan buenos! (siempre hacemos un esfuerzo para tener juguetes útiles apropiados para la edad, y no simplemente muñecas y autos… ¡más trabajo, pero vale la pena!)

Mientras algunas madres se sientan durante la distribución de ropa, una de ellas me dice: de alguna manera “tenemos con qué” (tenemos los recursos para comprar ropa), pero esas familias (refiriéndose a las que eligen de las pilas grandes) no. No tomaremos nada, porque ellas lo necesitan más.

La madre que me habló no tiene mucho, su familia no es nada rica ni de clase media. Pero si todos tuvieran el mismo espíritu… ¡qué mundo tan maravilloso sería!