Es el fin de noviembre y de nuevo estamos en Pantanillo, un pueblito pequeño que está ubicado en los Andes colombianos. Era un reto llegar sin carro, pero no queremos aplazar la oportunidad de educar a las niñas sobre el ciclo menstrual con el cual vivirán aproximadamente 40 años de su vida.
Es el programa de servicio más impactante del fin de semana (y mi favorito en lo personal) porque no solamente transforma la actitud de estas niñas, sino porque con su experiencia positiva pueden romper la cadena de la inculcación de vergüenza menstrual de generación a generación.
Lee aquí acerca de los otros programas del fin de semana allá.
El viernes por la tarde nos encontramos con las niñas del Día de Celebración del año pasado y luego con las madres de este año. Apenas comenzábamos a limpiar cuando llegaron las primeras chicas, 30 minutos antes. Están muy contentas de estar de vuelta y nos ponemos al día sobre cómo han ido las cosas. Comparten libremente sobre su “desarrollo”, hablamos más sobre los ciclos y les explico el uso de los kits de toallas reutilizables de “Days for Girls” que he traído. Como solo una de ellas ha comenzado a menstruar, las demás aceptan recibir la suya la próxima oportunidad.
Mientras que ellas ayudan felizmente a preparar el espacio y organizar los folletos, una niña silenciosa,en poco tiempo mientras nadie la estaba mirando, crea un hermoso mandala con las cuentas grandes. Luego otra chica nos dice que M.A. no estará en Pantanillo el próximo año, y le preocupa saber ¿cómo va a recibir su kit?
M.A. tiene un lugar especial en mi corazón, desde el taller del año pasado. Es hermosa e inteligente, no obstante, su madre le suprime cualquier expresión independiente, y parece que toda la responsabilidad del mantenimiento de la casa está sobre sus pequeños hombros. Sin embargo, se sintió bien en el taller, me abrazó fuertemente hace un año y ahora en esta segunda reunión.
Esta vez, cuando empezamos, cambió de silla para sentarse a mi lado. Así que le llamo para hablar con ella lejos de las demás para preguntarle qué está pasando. Ella no sabe exactamente cuándo se mudarán o hacia dónde. Su madre y su padre son de este pueblo, pero ella no sabe por qué se están mudando. Conociendo a la madre, parece que la mantiene en la oscuridad, aunque el cambio afectará mucho a la niña. No trato de sacarle más información, sino que le pregunto si le gustaría recibir su kit ahora. Ella permanece en silencio. Pregunto de nuevo, pero el silencio continúa. ¿Por qué no responde? Ella dice que le “da pena”. Como me doy cuenta de que se trata de no sentirse digna, le digo que se merece cuidar y tener cosas buenas para ella. Que sí tiene que ser educada y respetuosa (como sé que su madre le subraya), pero que también debe recordar que se merece cosas para sí misma (lo que también sé que su madre le niega). Que debe recordar que es inteligente y hermosa, que puede hacer grandes cosas en la vida, quepuede perseguir sus sueños y cumplirlos, y más en ese sentido. Tengo lágrimas en los ojos cuando esta niña me abraza y me agradece. Y me pregunto: ¿Cómo se atreven a cortar las alas de este hermoso ser joven…?
Transcurrido el encuentro con las niñas, estas no se quieren ir, pero ya están llegando las mamás delDía de Celebración de este año. Los fuertes abrazos de las niñas cuando las despedimos parecen sorprender a algunas de las madres y sonrío ante las inesperadas muestras de cariño que nos hacen, lo cual, sin querer crea una buena publicidad para el programa que está a punto de comenzar.
Algunas madres llegan tarde porque un aguacero ha hecho que las carreteras sean aún más difíciles de transitar en moto. Tres de las madres de la lista no aparecen en absoluto. Las llamadas no llegan porque la red móvil se ha caído en las áreas remotas donde viven. Empezamos con 10 madres y una abuela, algunas de ellas muy jóvenes, una de ellas no puede leer y otra no puede escribir.
Se necesita un poco de esfuerzo para que compartan, pero poco a poco las cosas se están “calentando”. Las madres no quieren que sus hijas sufran lo que ellas han sufrido, sin entrar en muchos detalles.
Hay mucho miedo con las relaciones de noviazgo, pues temen que las chicas queden embarazadas una vez que empiezan a menstruar, pero no saben cómo hablar con sus hijas al respecto o qué responder cuando las chicas preguntan si pueden tener novio. Explico que las conversaciones abiertas son la clave y sugiero que el taller puede ser un punto de partida para esas conversaciones y las actividades que tenemos planeadas para mañana pueden ayudar más.
Cuando hablábamos sobre la conciencia del ciclo menstrual y la importancia de cuidarse, algunas expresaron sobre los períodos dolorosos que tienen. Conversamos de que sí es común, pero que no debería ser la norma. Hablamos también en metáforas de las cuatro estaciones, de recargar pilas y de lo que pasa cuando no seguimos el ritmo circadiano. Posteriormente doy sugerencias de cómo ellas, en pequeñas formas, pueden tomarse un tiempo para sí mismas durante su período. No es fácil. Estas son mujeres que trabajan para ganar dinero, cuidan el hogar y la familia, por lo que esta sugerencia muestra cierta resistencia. Pero, finalmente una madre afirma: “uno siempre se pone en último lugar”.
Aunque al principio se resistían a venir, ahora no quieren irse. Este es un espacio y una oportunidad que ellas necesitan y que estamos ansiosos por brindar a cada vez más mujeres, donde puedan compartir, aprender y sentirse apoyadas…
La próxima mañana, las niñas llegan puntuales y desde el primer momento se muestran atentas y curiosas. Se presentan y cuando llegamos a las tres palabras, algunas de ellas explican libremente qué es la menstruación. La menarquia y la menopausia les son desconocidas, aunque más adelante en el día, al hablar de la edad de la menopausia y la razón de no ser fértiles hasta mayor edad, una niña dice: “la menopausia es cuando se acaba nuestra mala sangre…” Aquí nos damos cuenta de que los mitos son fuertes, pero con cada taller hacemos un impacto…
En general, las opiniones son bastante positivas, y varias se refieren a “una nueva fase de la vida” sobre la que sienten curiosidad. Están felices de celebrar su menarquia con sus mamás, haciendo “algo relajante”. Cuando las madres se unen las niñas comparten con entusiasmo lo que han aprendido.
Antes de concluir el taller las niñas y las madres llenan las encuestas (todas positivas) y dejan mensajes en el libro de visitas, entre ellos:
“Gracias a esta actividad me he sentido súper segura sobre el periodo, que es algo normal en la mujer y no es malo. Gracias a esta campaña tengo presente qué cambios tendré en mi vida, y sé mucho más sobre la menstruación”.(una niña)
“Les quiero dar las gracias por habernos escogido tanto a nosotras, como mamás, y a mi hija porque la verdad fue algo muy maravilloso. He aprendido cosas nuevas y así podré apoyar más a mi niña. Gracias. Dios las bendiga y sigan derramando sobre ustedes mucha sabiduría”. (una madre)
¡¡Que así sea!!
P.D. Agotadas (y un poco empantanadas) volvemos a casa, corazones llenos de amor. Y por si todo esto fuera poco, el lunes cuando regresamos en chiva, reconozco a la chica en el asiento de enfrente, pero no recuerdo de dónde. En algún momento se da la vuelta y nos dice que vive en el hogar juvenil campesino que visitamos 2 semanas antes y comenta que recibió el kit de toallas reutilizables, y sin mencionar periodos, menstruación o cualquier otra referencia similar, nos dice que la experiencia ha sido muy buena. Ella ha comenzado a usar las toallas y le encantan.
¿Qué tan probable es tener esa conversación en una chiva? Es la cereza del pastel de un largo fin de semana de PONER EL AMOR EN ACCIÓN…
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