Una vez que habíamos incluido al pueblito Pantanillo en los planes de donaciones y regalos, nos vino una idea a la mente: ¿Por qué no hacer un Día de Celebración el mismo fin de semana? Después de todo, aunque en kilómetros no es lejos, toma 4 horas para llegar, debido al estado de la carretera.
Y así fue: un fin de semana largo, lleno de actividades sociales y, por consiguiente, muchas sonrisas – en los rostros de los beneficiados… ¡y en los rostros de los voluntarios!
La preparación fue fácil: una profesora entusiasmada por el taller, algunos familiares animados por los regalos y un grupito de voluntarios alegres como siempre.
El viaje era menos fácil. Más de una vez el carro – un 4×4 lleno de recursos, regalos y donaciones – bailó sin ningún control, huecos profundos y pantanos resbaladizos, ¿por dónde pasar? La última hora condujimos en primera… ¡Paciencia!
Una breve pausa cuando llegamos, estirar las piernas, vaciar el carro, y adelante con la primera parte del Día de Celebración – La sesión con las madres. Con un llavero lleno, nos acercamos al edificio señalado. Mientras abríamos la primera puerta no sabíamos que si reír o llorar, un espacio enorme, sucio y apestoso…. ¿qué hacer? Con el espíritu de tántricos nos pusimos a limpiar una esquina hasta que Yecenia tuvo la idea de usar otras llaves y encontró un cuarto razonable. Ya estábamos limpiando cuando alguien llegó a decirnos que este cuarto era el salón de velación. Por fin encontramos el espacio correcto, ahora con muy poco tiempo para prepararnos. Sin embargo, como cada encuentro del Día de Celebración, también esta sesión era inspiradora. Las madres quieren lo mejor para sus hijas y les encanta la oportunidad que ofrecemos.
El sábado llegamos temprano con el ánimo de decorar el salón para que las niñas lo encontraran con otro ambiente, pero algunas niñas ya nos estaban esperando. Llegaron de veredas lejanas con la única chiva que hay en la mañana. Nerviosas y emocionadas empezamos a tiempo… y todo el día era un gusto. Las niñas eran curiosas, interesadas y cooperativas. ¡Y ahora son educadas en el conocimiento de su cuerpo y sus futuros ciclos también!
El domingo era para la entrega de los regalos. Llevando Sonrisas a los niños y niñas de 2 veredas rurales de este pequeño pueblo. Pasamos por encima del mundo con barrancos a ambos lados de la carretera aún peor que hace días por tanta lluvia…
Un espacio plano se transformó en el campo de fiesta con los colores vibrantes de los globos y regalos y las risas de los niños y adultos que llegaron, algunos de ellos, después de 2 o 3 horas de camino.
Sin duda, el juego más destacado fue la carrera de costales. Todas las edades querían participar, inclusive los adultos se atrevieron. Compartir el tiempo así llena el corazón por la hermandad que todos sienten en estas ocasiones. La cereza en el pastel fue la entrega de los regalos, botas y ropa de segunda, que alegran a los niños y los padres por igual. De hecho, ¡vimos algunos papás disfrutando el juego de las pescas milagrosas!
En la segunda vereda, ahora con la experiencia de la mañana, dejamos los costales hasta el último juego. La competencia era tan intensa que tocó hacer un desempate entre dos atletas. Saltaban como si sus vidas dependieran de esto… Aquí el orgulloso ganador.
Nosotros hacemos el mejor esfuerzo de ayudar a estas comunidades de la mejor manera. Compramos los regalos según edad y género, aún la ropa y zapatos de segunda son divididos en hombres/mujeres/niños/niñas, gracias a horas de dedicación de voluntarios para que la repartición sea más eficiente y lo donado llegue a los que lo necesitan.
Que hemos logrado un estándar alto, se nota por una conversación escuchada por una conocida en la chiva de la vereda: las madres decían que habíamos dado regalos muy buenos – mejores que nunca – y muy prácticos para que los niños aprendieran con facilidad. Además había una niña que estaba tan contenta con su tablero que no quería despegarse de el porque le parecía tan especial.
¡Todo lo que hacemos en PanaceAM, lo hacemos con todo el corazón!
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